La crisis que vive Europa ha suscitado muchas
interpretaciones. Algunos culpan al
Estado de Bienestar y provienen de aquellos liberales que lo quieren privatizar
todo, proponen reducir el gasto público y las subvenciones. Otros se refieren a
los excesos, a la falta de regulación en materia de equilibrios macroeconómicos
que debiera haber ejercido el banco central europeo. Y no faltan los que van
hasta tildar a griegos, españoles e italianos de flojos! Una menos conocida es
la que tuve la ocasión de leer en mi último
viaje a Francia y proviene de Daniel Cohen, un destacado economista
francés. Lo que estaría pasando en las
economías desarrolladas es que la economía guía al mundo con promesas de
bienestar que nunca se alcanzan.
Retomando las bases de su propia disciplina, la teoría del
hombre racional, Cohen devela la fragilidad del economicismo moderno. El homo
economicus es una ficción inventada por el análisis económico que supone
que cualquier ser humano se comporta como
Robinson en una isla desierta, buscando maximizar su beneficio siempre y
en todos los ámbitos de la vida. Simplificación excesiva que desemboca en lo
que Pierre Bourdieu calificó de “monstruo antropológico”.
Con este razonamiento básico se han organizado las economías
y los mercados: el ser humano es racional y buscará competir y lograr siempre
más. El problema surge cuando nada lo satisface, la gente no es mas feliz
cuando tiene mas. ¿por qué? porque todo progreso es relativo y se diluye
rápidamente cuando nos comparamos con otros que…tienen mas! Está de moda medir la felicidad como indicador
de desarrollo humano, el problema es que no se correlaciona con el mejoramiento
económico.
En nombre de la eficacia, económica, se ha introducido la
competencia en la gestión de la unidad básica de la economía: la empresa. Pero
resulta que para poder producir la empresa necesita mas cooperación que
competencia. Desaparece poco a poco el valor trabajo, se recompensa en base a
bonos y aumentan la desigualdades. Surge
una hiperclase ligada a la importancia creciente de las finanzas. Los
ejecutivos financieros han visto subir sus ingresos en forma exorbitante lo
cual llevó a un comentarista a decir que son como extranjeros: “crean su país
dentro del país, su propia sociedad en la sociedad, su economía en la
economía”.
Otra arista del reinado de la economía es que se ha
introducido como valor en áreas como la salud, la educación, la cultura, las
prisiones. Los criterios productivistas han liquidado el sentido y la razón de
ser de las instituciones educacionales. La cultura, al no ser rentable, se
privatiza.
Los estudios y encuestas sobre el bienestar lo recuerdan día
a día: la felicidad recula, las desigualdades crecen, la rabia aumenta. Y esta
nueva especie, el homo economicus,
sigue rampante propagando en todo el globo su lógica neo-darwiniana.
Recorriendo Europa me preguntaba que pasaría si los adalides
del liberalismo económico logran sabotear el Estado de Bienestar, ese que
financia el mejor transporte público del mundo, los mayores museos (les comparto imágenes de maravillosas obras de David Hockney que vi en el Guggenheim de Bilbao) las
universidades sin fines de lucro, la educación laica y gratuita, la música, el
cine de autor….y tantos otros regalos que nos atraen hacia el Viejo Continente.
Cecilia Montero
Octubre, 2012